Allá por las calles de Sydney un chico muy guapo busca empleo como camarero. Entra en un bar, cuando de repente ve a James otra vez.
¿Qué cojones hace este aquí?¿Acaso me persigue? Cuando Marco Antonio entra, observa el bar, se da cuenta que es una tasca para homosexuales. Marco no lo puede creer. ¿Por qué me pasa esto a mí? Ahora este se me acerca para hablarme, ¿y ahora, qué le digo?
-Guao, que casualidad. ¿Qué haces tú en el bar de mi novio?¿Quizás no has salido del armario?- Ríe James.
-Sí, no he salido del armario. -Usa Marco su tono sarcástico. -Realmente, ¿me ves con cara de marica?
-Oye, un poco de respeto. No, no la tienes, perdona.- Dice James. -¿Qué haces aquí?
-Pues, la verdad es que estoy buscando trabajo como camarero. Pero tranquilo, que yo aquí no trabajaré.
-Pues bien. Mira, si caminas un poco más por esta calle, a la izquierda conseguirás un Restaurant que se llama “Prego” es de comida italiana y están buscando un camarero. No les vendrá nada mal uno guapo.
-¿Qué parte de que me gustan las tías todavía no has pillado?
-Vale, vale. –Vuelve a reír James, la verdad es que se lo está pasando bomba.
-Gracias tío.- Marco Antonio se despide.
-De nada.
Marco Antonio comienza a caminar, recuerda este lugar, recuerda a Jessica otra vez y aunque se había prometido no volver a pensar en ella, fue inevitable. Esta fue la calle por la que pasaron aquel 17 de enero. El día que su vida cambió por completo.
Sigue andando, cuando ve el restaurant, “Prego”. En la puerta, un anuncio que dice “Buscamos camarero”. Marco Antonio se llena de seguridad y pasa por esa puerta, el lugar era amplio, las paredes estaban pintadas de un color beige y las mesas eran de madera y había un mostrador donde se encontraba una chica de orígenes italianos,con una cara preciosa, una cabellera negra y lisa que le llegaba hasta la espalda. Fue imposible no mirarle, era guapísima, tenía un color blanco con unas mejillas sonrojadas. Sus ojos azules, tan claros como el cielo y unas pestañas largas y sensuales. Hasta que Marco se da cuenta de lo poco disimulado que ha sido y nota que la chica se ha dado cuenta de su penetrante mirada...
-Hola, mucho gusto, Soy Marco Antonio Hernández y estoy buscando trabajo como camarero.
-Ah sí, amor mío, ven rápido, hay un chico buscando el trabajo.
Era de imaginarse, una mujer tan guapa no puede estar sola. –Piensa Marco.
De pronto llega un hombre, al igual que ella, de orígenes italianos. Benedetto, bajo, robusto, una nariz impresionantemente larga y casi calvo.
-Bueno, me imagino que alguna vez has trabajado en esto antes.
-Claro, claro que sí.-Marco se ve obligado en decir una pequeña mentirilla blanca.
-¿Ah sí? Pues tienes el trabajo.
-¿Así?, ¿tan rápido?- Dice Marco Antonio un poco asombrado.
-Sí, a menos de que necesites algo más.- Finaliza el hombre y se retira
-No, no.- Marco Antonio se queda hablando sólo.- Disculpa, pero ¿podríamos hablar del sueldo?
-Fiorella, ¡háblale ya sobre el sueldo!. –Le ordena Benedetto desde el fondo, en el almacén.
-¿Por qué dejas que te hablé así? Si yo tuviese una novia tan guapa como tú jamás le diría algo así.- Dice Marco Antonio con certeza.
-¿Será porque no es mi pareja? Es mi hermano- Ríe silenciosa.
A Marco le brillan los ojos, no lo puede creer. Tiene al menos una pequeña oportunidad de invitarla a salir.
-Entonces, ¿Por qué le llamas “mi amor”?
-Para que los chicos no se me acerquen, toda la vida me ha protegido mucho.
-Ah. Bueno, ¿Cómo es el tema del sueldo?
-Serían 17.50 A$ por hora.
-Está bien.
-Trabajas todos los días desde las once de la mañana, hasta las nueve de la noche, ¿vale? Como llegues un día tarde te descontamos la hora y cuidado, que Benedetto hasta podría despedirte. Yo te recomendaría que fueses siempre puntual.
Marco Antonio se pone a pensar. Si gano 17.50 A$, serian 13.20 euros por hora. Tampoco está tan mal, si ahorro cada centavo creo que si me alcanza. Marco Antonio camina hasta que encuentra su descapotable en frente del bar gay, ríe un poco y se monta. Acelera y coge el camino a casa.
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