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CoreanoÁrabe

miércoles, 13 de julio de 2011

XIII

Allá por las calles de Sydney un chico muy guapo busca empleo como camarero. Entra en un bar, cuando de repente ve a James otra vez.
¿Qué cojones hace este aquí?¿Acaso me persigue? Cuando Marco Antonio entra, observa el bar, se da cuenta que es una tasca para homosexuales. Marco no lo puede creer. ¿Por qué me pasa esto a mí? Ahora este se me acerca para hablarme, ¿y ahora, qué le digo?
-Guao, que casualidad. ¿Qué haces tú en el bar de mi novio?¿Quizás no has salido del armario?- Ríe James.
-Sí, no he salido del armario. -Usa Marco su tono sarcástico. -Realmente, ¿me ves con cara de marica?
-Oye, un poco de respeto. No, no la tienes, perdona.- Dice James. -¿Qué haces aquí?
-Pues, la verdad es que estoy buscando trabajo como camarero. Pero tranquilo, que yo aquí no trabajaré.
-Pues bien. Mira, si caminas un poco más por esta calle, a la izquierda conseguirás un Restaurant que se llama “Prego” es de comida italiana y están buscando un camarero. No les vendrá nada mal uno guapo.
-¿Qué parte de que me gustan las tías todavía no has pillado?
-Vale, vale. –Vuelve a reír James, la verdad es que se lo está pasando bomba.
-Gracias tío.- Marco Antonio se despide.
-De nada.
Marco Antonio comienza a caminar, recuerda este lugar, recuerda a Jessica otra vez y aunque se había prometido no volver a pensar en ella, fue inevitable. Esta fue la calle por la que pasaron aquel  17 de enero. El día que su vida cambió por completo.
Sigue andando, cuando ve el restaurant, “Prego”. En la puerta, un anuncio que dice “Buscamos camarero”. Marco Antonio se llena de seguridad y pasa por esa puerta, el lugar era amplio, las paredes estaban pintadas de un color beige y las mesas eran de madera y había un mostrador donde se encontraba una chica de orígenes italianos,con una cara preciosa, una cabellera negra y lisa que le llegaba hasta la espalda. Fue  imposible no mirarle, era guapísima, tenía un color blanco con unas mejillas sonrojadas. Sus ojos azules, tan claros como el cielo y unas pestañas largas y sensuales. Hasta que Marco se da cuenta de lo poco disimulado que ha sido y nota que la chica se ha dado cuenta de su penetrante mirada...
-Hola, mucho gusto, Soy Marco Antonio Hernández y estoy buscando trabajo como camarero.
-Ah sí, amor mío, ven rápido, hay un chico buscando el trabajo.
Era de imaginarse, una mujer tan guapa no puede estar sola. –Piensa Marco.
De pronto llega un hombre, al igual que ella, de orígenes italianos. Benedetto, bajo, robusto, una nariz impresionantemente larga y casi calvo.
-Bueno, me imagino que alguna vez has trabajado en esto antes.
-Claro, claro que sí.-Marco se ve obligado en decir una pequeña mentirilla blanca.
-¿Ah sí? Pues tienes el trabajo.
-¿Así?, ¿tan rápido?- Dice Marco Antonio un poco asombrado.
-Sí, a menos de que necesites algo más.- Finaliza el hombre y se retira
-No, no.- Marco Antonio se queda hablando sólo.- Disculpa, pero ¿podríamos hablar del sueldo?
-Fiorella, ¡háblale ya sobre el sueldo!. –Le ordena Benedetto desde el fondo, en el almacén.
-¿Por qué dejas que te hablé así? Si yo tuviese una novia tan guapa como tú jamás le diría algo así.- Dice Marco Antonio con certeza.
-¿Será porque no es mi pareja? Es mi hermano- Ríe silenciosa.
 A Marco le brillan los ojos, no lo puede creer. Tiene al menos una pequeña oportunidad de invitarla a salir.
-Entonces, ¿Por qué le llamas “mi amor”?
-Para que los chicos no se me acerquen, toda la vida me ha protegido mucho.
-Ah. Bueno, ¿Cómo es el tema del sueldo?
-Serían 17.50 A$ por hora.
-Está bien.
-Trabajas todos los días desde las once de la mañana, hasta las nueve  de la noche, ¿vale? Como llegues un día tarde te descontamos la hora y cuidado, que Benedetto hasta podría despedirte. Yo te recomendaría que fueses siempre puntual.
Marco Antonio se pone a pensar. Si gano 17.50 A$, serian 13.20 euros por hora. Tampoco está tan mal, si ahorro cada centavo creo que si me alcanza. Marco Antonio camina hasta que encuentra su descapotable en frente del bar gay, ríe un poco y se monta. Acelera y coge el camino a casa.

XII

Amanece la mañana del 3 de marzo. Una chica se levanta temprano y le envia un sms a dos amigos. Con una sonrisa en la cara coge dos prendas de deporte;  Una camiseta azul, y luego unos negros pantalones cortos, para terminar coge sus deportivas, está lista. Va al cuarto de su madre, coge el protector solar y lo mete dentro de un bolso.
-Mamá, sírveme agua en una botellita, por favor.
-Está bien. ¿No quieres comer nada?
-No mamá, ¿y si vomito? Sería una total humillación.
-Cristina, cómete una tontería, de lo contrario podrías hasta desmayarte.
-He dicho que no.- Responde Cristina, arrugando su frente.
-No sales de aquí si no comes. –Aclara Fabiola.
-Ok mamá, pero que conste que lo haces en contra de mi voluntad.
-Muy bien, toma esta manzana. Ya verás cómo te sentirás mejor.
Cristina la toma y la guarda junto a la botellita de agua dentro de su bolsito lila. De repente recibe una llamada, es Gustavo, su mejor amigo.
-¡Hola!- dice ella.
-¡Criiiiiiiis!, Marta está súper emocionada, llega rápido que cada vez está peor.
-Jajajajaja, ¿para eso me llamas?
-Pues sí, y también echaba de menos tu voz.
-Gustavo…
-Te quiero princesa… Tú sabes que es broma.
-¡Qué no me llames princesa!- Responde Cris un poco molesta.
-Bueno, te veo aquí.
-Dale, te quiero.- Cuelga Cris.
Cris corre hacía la puerta, donde está su madre esperándole. Fabiola coge las llaves del coche y juntas se marchan hacía el ascensor. Como siempre Cristina se pone sus auriculares y empieza a oír sus canciones preferidas, cuando de pronto elige “Tan enamorados” de Ricardo Montaner, Cris no sabía que tenía esa canción en su Ipod, y la sigue oyendo, se deleita con cada palabra, con cada melodía de la canción y desea conocer a alguien que le dedicase esa canción. Se pregunta que se sentirá amar de verdad, amar continuamente. Transformar el amor en rutina y amar para vivir. La oye todo el camino hasta llegar a las Mercedes donde comenzaba aquella carrera, cuando va por la Plaza Sadel ve a sus dos amigos esperándole, sin querer esboza una ingenua sonrisa. Le dice a su madre que la deje allí y al bajarse del coche Marta le da un abrazo.
-Cris, te he echado de menos.
-¿Cómo que me has echado de menos, si me viste antes de ayer?- Rié Cris
-Pues sí, eres mi mejor amiga y me cuesta vivir sin ti- De repente, hay un silencio entre los tres…
-Bueno, ya. Vamos a calentar que la carrera comienza en quince minutos.-Dice Gustavo, tratando de romper la incomodidad.
-¡No estoy preparada Gustavo!, yo mejor me quedo esperándolos en la meta.
-Eso nunca, tú te vienes, si te cansas mucho yo me paro a esperarte, porque este, dudo mucho que se detenga
Estirando cada parte de su cuerpo, Marta, Gustavo y Cris se rién de ellos, de sus caras, de sus posiciones y de su loca amistad. Cuando de repente, oyen un pitido que manda a todos los participantes de la carrera a situarse detrás de una cinta roja.
En el momento que suena el segundo pitido, salen miles de personas corriendo. Algunos a una gran velocidad, otros un poco más lento y así continúan. Entre tantas personas, Cris ya no puede encontrar a Gustavo por lo que supone que se ha adelantado mucho. Cris ve entre un señor un poco robusto a su amiga Marta, la ve cansada y debilitada, recuerda que lleva un poco de agua en su bolsito lila, y aunque Cris sigue corriendo le ofrece un poco de agua.
-Toma amiga, lo necesitas.
-¡Dios, eres la mejor!- Dice Marta jadeando y sudando.
-Venga, que nosotras podemos, todavía faltan siete kilómetros.
Mientras corren, Cris la mira, mira cada expresión de su amiga. Observa todos los aspectos en los que se parecen y en los que no, Cristina la quiere tanto, no sabe que hará sin ella, sin esos gestos que tanta paz le transmiten. Ella es su mejor amiga, la que a pesar de todo siempre sabrá cómo sacarle una sonrisa. Cristina está segura que esa prueba de la distancia, será pan comido para esta amistad que tan grande es.
Pasan cincuenta y seis minutos, Cris y Marta cansadas, ven como cruzan la meta. Cansadas y sudadas se dan un abrazo. Al terminar ven a su amigo sin una gota de sudor y con una sonrisa, les espera con los brazos abiertos, cada una en un respectivo brazo.
-¡Lo lograron!
-Sí, y eso que nos dejaste muy atrás.
-Ya ustedes sabían eso, ¿o no?
-Pues sí- Dice Marta.
-Chicos, son lo mejor- Dice Cris, mientras se apoya en el pecho de Gustavo.
-¿Y eso a qué viene?- Dice Gustavo un poco extrañado.
-¿Qué pasa?, ¿acaso no puedo decirles lo que pienso de ustedes?- Cris le pega un golpe en su fuerte brazo.
-Jajajaja, perdóname princesa.
-¡Qué no me digas princesa!- Dice Cristina. -¿Cuántas veces te lo voy a tener que repetir?
-Bueno, bueno, ya está. ¿Sí? –Dice Marta.
-Por cierto, tengo una amiga que hará una fiesta el 11, ¿se quieren venir?- Dice Cris con entusiasmo.
-Da por hecho que yo voy, de hecho, tenemos que celebrar esta carrera.- Dice Gustavo orgulloso.
-Tengo que hablar con mi madre…-Dice Marta.
-¡Nosotros hablamos con ella!- Dicen Cris y Gustavo a la vez.
Es así como los tres se encaminan hasta la entrada de un centro comercial, El Tolón, para esperar que sus padres vengan a por ellos.

XI

Pasa un mes, pasa febrero, pasa rápido que ni se ha dado cuenta. Marco Antonio va contando los días que faltan para irse, para cambiar de rutina. Todavía no le ha dicho nada a su madre, ¿cómo lo haré?- piensa.
Una mañana, el sol se asoma por su ventana, Marco Antonio tapa sus ojos con su almohada pero no puede evitarlo, ya está despierto.  Debe decirle a su madre. Se levanta despacio y va hasta su baño para lavarse la cara y los dientes, mientras va caminando recuerda cada segundo de aquella noche, cada movimiento, y se detiene a pensar que ya ha pasado un mes.
¿Tán rápido? No puede ser, si así se pasarán los momentos mientras yo esté en Valencia no valdrá la pena.- piensa.
Tras despertarse un poco, baja a la cocina donde se encuentra su madre preparando el desayuno. Y Marco se aproxima para hacerle la pregunta…
-Mamá, he decidido algo.
-¡Qué vas a estudiar algo!- Dice su madre con alegría.
-No…
-Ah- expresa Mercedes con desilusión.
-Quiero ir al Mediterráneo para enseñarle a niños a surfear.
-¿De qué estás hablando Marco?, ¿Es en serio?
-¡Claro!, ni modo que te esté mintiendo.- Afirma Marco Antonio con una sonrisa.
-Pues en ese caso si tú quieres irte para allá tendrás que pagar, por lo menos, la mitad del pasaje tu solito. Ya va siendo hora que te independices un poco. Así que deberías de ir comenzando a buscar un trabajo.
-Ok, no necesito de tu dinero, y te lo voy a demostrar- Finaliza Marco con seguridad.
Unas horas más tarde, Marco Antonio está sentado en su ordenador viendo el precio de los pasajes, se está llevando un gran asombro. No puede creerlo, 2739.87 euros. ¿De dónde voy a sacar el dinero? Ni siquiera trabajando por cuatro meses como camarero me daría para pagar esa cantidad. Necesito algún trabajo, una forma de encontrar todo ese dinero y marcharme.
Marco Antonio decide llamar por teléfono a su padrastro, que debido a sus viajes, ahora se encuentra en Berlín.
-Hola Frank, necesito tu ayuda. ¿Qué trabajo puedo conseguir para ganar dinero rápido e irme a España?
-Marco, ¿realmente me llamas para eso?
-No, te llamo para decirte que te extraño mucho- Dice Marco con un tono totalmente sarcástico.- Es en serio, por favor, necesito ayuda.
-Vale, si sabes que eres musculoso, y estás orgulloso de tu cuerpo, podrías presentarte en una compañía de modelaje o ir a un casting para participar en un anuncio.
-Es buena idea, ¿qué pasa si no me aceptan?- pregunta Marco.
-Pues, tendrás que considerar el empleo de camarero…-Dice Frank.
-Bueno, iré a ver qué tal me va, ¿vale?
-Vale- Finaliza Frank la conversación.
Marco, cuelga, se viste con una camiseta azul de rayas y unos bermudas beige, coge el coche descapotable que le regaló su padrastro hace un año, sale del garaje y acelera. Pasa por las calles a una gran velocidad, siente como el viento golpea sus mejillas y empuja hacia atras su larga y oscura cabellera.
Marco llega, llega a ABC y se moviliza hasta la sede de ABC sports donde hay un casting para chicos. De repente aparece una mujer, corta de estatura, pelo rubio por los hombros  y algo robusta. Marco Antonio mira a su alrededor, tiene mucha competencia. No entiende ni siquiera como ha considerado esta idea, prefiere ser camarero. En el momento en el que se está retirando sigilosamente, un chico lo ve y se le acerca.
-Hola, soy James, ¿por qué te vas?- James era un chico muy guapo, alto, pelo castaño, ojos pequeños y oscuros y unas pecas que le hacían resaltar sus mejillas.
Marco Antonio no sabe que responderle. No podía decirle, bueno, a mi casa, es que chicos como tú me intimidan, realmente le daba un poco de vergüenza.
-Es que hay mucha gente, y mi novia me espera temprano para almorzar.
-¿Ah sí?- Pregunta James, tratando de conseguir la verdad de alguna forma.- Y, ¿Cómo se llama tu novia?
-Pues… Cecilia, sí, Cecilia.- asiente él con la cabeza, buscando el mismo su propia aprobación
-Bueno, está bien, yo sólo te digo que, muchos chicos aquí vienen y se sienten intimidados por hombres tan bien formados como tú.
Marco Antonio nota una mirada totalmente extraña, y se queda asombrado. James pilla su expresión al momento y rápidamente intenta detener los malos pensamientos ue pasan por la cabeza de Marco.
-Sí, acertaste, soy gay, pero tengo novio.
Marco da un suspiro y muestra su alivio, por un momento pensó que este chico se le estaba insinuando.
-Y aparte, no eres mi tipo.- aclara James.
-Vale, pues me voy – Dice Marco
Marco se va alejando cuando oye a James.
-Mándale saludos a tu novia imaginaria de mi parte- Ríe James.

martes, 12 de julio de 2011

X

Quince horas de adelanto, en un país mucho más lejano, un chico moreno baila con una chica, guapa de pelo castaño, rizado y con unos resaltantes ojos azules, le besa y no siente nada. Dominado por el efecto del alcohol, le coge de la mano y se la lleva a un almacén de la discoteca.
Comparten besos, labios con sabor a alcohol, una sensación de alegría y manos descontroladas hambrientas de deseo. Marco le besa en su largo cuello, mientras le desabotona la camiseta, la chica también sometida a la emoción del momento le desabrocha el pantalón, y en un almacén debajo de una discoteca Marco, vuelve a sentirse hombre, vuelve a hallarse alegre, y lo más importante es que ya Jessica quedó situada en un pasado muy lejano a él. Lo que le hace pensar, que el sexo es el billete gratis de salida a todas las preocupaciones. 

IX

Una mañana nublada en Caracas. Cristina se levanta y se queda en cama por unos diez minutos allí, sin pensar, sin hablar, inmóvil. Suena el móvil y aunque se propone no cogerlo, la intriga le mata.
Es Lucía, tengo como una semana sin saber de ella, piensa Cris.
 –Cristinita, amiga, ¿Dónde te has metido?
-Estoy en casa, llámame- Y le da al botón de enviar.
Cristina abre la puerta de su cuarto, y camina hacia la sala, donde ve a su madre sentada en el ordenador revisando las noticias.
-Buenos días mami- Cris bosteza.
-¡Ese bostezo!, ¿A qué hora te acostaste anoche?- Ríe Fabiola.
-Temprano mamá, tu tranquila.
-Por cierto, son las ocho y media. ¿No era que ibas a correr con Marta a las nueve y media en La Lagunita? Tienes una hora.
-¡Dios!, ¡es verdad!, ¡Mamá, ¿qué me pongo?!
-Hija, ¿qué clase de pregunta es esa? Ponte cualquier ropa para correr
-¡No tengo ropa!- Exclama Cristina.
-Cristina, relájate, por Dios, busca bien en tu armario.
-¡Aquí!, Y allí, encuentra esa camiseta verde para hacer deporte que usó cuando fue a jugar fútbol con Sebastián- Decide no ponérsela.
-¿No era que te ibas a poner esa?- Pregunta su madre con un poco de intriga.
-¡Pues no!, me recuerda a Sebas, y en este momento no quiero ni pensar en el.
-Vale- asiente con la cabeza. -Mira lo que he encontrado- Y su madre me muestra una camiseta gris de tirantes.
Cris coge aquella camiseta al vuelo y se la pone, le hace marcar un poco el escote pero eso es lo que ella quería y aunque su madre no lo apruebe a Cris le da igual. Coge esos pantalones cortos negros y se los pone, le hace marcar una buena figura.
Son las nueve y Cris va saliendo de casa con su madre para que la lleven a La lagunita. Salen de casa, se montan en el ascensor y Cris se pone sus auriculares para oír su música cuando de repente se coloca esa canción que un día Sebastián le dedico, Entra en mi vida de Sin Bandera y recuerda cada palabra, “Entra en mi vida, te abro la puerta, se que en tus labios ya no habrán noches desiertas”, y mientras canta oye una voz que le interrumpe, su madre.
-Hija, vamos a hablar.
-Dime mami- Cris sigue tarareando un poco la cancioncilla.
-Cristina, esto es serio. ¿Cómo estás?
-¿Es en serio, mamá? ¿Me estás preguntando eso?- Dice Cris, retirándose los auriculares por completo.
-Me enteré que terminaste con Sebastián, ¿Por qué no me habías dicho nada?
-¡Terminamos el domingo!- Cristina se altera.
-¡No me grites!- Se alza Fabiola.
-Perdón.
-¿Me puedes contar que ha pasado de tal manera que no te alteres?- Pregunta Fabiola.
-Sí… Cuando le conté que nos íbamos del país no lo podía creer, le molestó tanto que pensó que seguir con nuestra relación era una farsa total…
-Que niño tan inmaduro, nunca me dio buena espina.
-Mamá, a mi me gustaba, pero necesitaba un break.- Finaliza Cristina la conversación.
Cristina vuelve a ponerse sus auriculares y empieza a oír a Lady Gaga. Entre varias canciones cantadas, en un abrir y cerrar de ojos ya se encuentra en la rotonda de La Lagunita. Su madre se despide de ella, y al darse la vuelta están Marta y Gustavo allí.
-¡Cristinaaaaaa!, llegas tarde mujer.- Marta la abraza.
-Déjala, Marta, que la atosigas.- Dice Gustavo.
-Jajajaja, hola chicos, ¿comenzamos? Tenemos que entrenar para la carrera del tres de marzo.
-¡Pero si estamos a finales de enero!, ahora es que hay tiempo.-Dice Gustavo.
-¡Tiempo para ti!, las flojillas como nosotras tenemos que entrenar con anticipación, de lo contrario, nos morimos en el camino.
Así, se disponen a andar, cada vez aumentando la velocidad hasta que sin darse cuenta ya están corriendo.  Van bromeando en el camino, se gritan, se empujan. Una vez ya cansados, Cris, saca del bolsillo su cámara rosa. Empiezan a hacerse fotos, besos en las mejillas, abrazos de tres, reales y cariñosos. Una amistad que no pueden evitar. Después de tantas fotos juntos se sientan un banquillo, charlas largas de horas hasta que Cristina siente que una gota cae en su frente, entonces mira hacia arriba y cae otra en su pestaña. Está lloviendo. Gustavo llama a su madre para que nos venga a buscar. En cinco minutos estaban ya montados en el coche, secándose cada uno con una respectiva toalla.
   Cristina ve el móvil y tiene ocho llamadas perdidas de Lucía, debe estar molesta -piensa.

VIII

Un 27 de enero, temprano en la mañana. Marco Antonio se pone su bañador, coge su tabla y un botellita con agua. Mientras va bajando oye como titila su móvil, es Katie, le ha enviado un sms.
-¿Te vienes a una fiesta esta noche?Te paso buscando.
-Sí, vale- teclea Marco sin pensarlo dos veces.
Marco se pone a pensar. Tengo como dos meses sin ir a una fiesta, sin disfrutar, sin liarme con ninguna, realmente estoy hecho un santo, necesito despejarme un poco.
 Cuando está saliendo por la puerta decide que hoy no le apetece ir a surfear y se regresa a su habitación, se quita el bañador y se pone unos pantalones y una camiseta para hacer deporte, baja velozmente por las escaleras, abre la nevera y saca un gatorade de naranja. Se detiene a pensar en Jessica pero recuerda que eso quedó en el pasado.
Corriendo piensa en la fiesta de esta noche, que hará. Al día siguiente con quien se levantará, como lo hará. Si conocerá a alguien o no.  El está pensando cuando de repente nota como alguien le pone la mano en el hombro, Marco brinca del susto y lo ve allí, su mejor amigo, Paul, no lo había visto desde que terminaron el instituto. No había pasado nada trágico, sino que ambos continuaron sus vidas. Paul, rubio, ojos claros, de corta estatura y corredor, sueño de ser neurocirujano.
-¿Qué tal Paul? Mil años sin saber de ti.
-Pues igual, me imagino que has estado surfeando y haciendo esas cosas que te gustan y ¿cómo esta Jessica?
-Si surfeando… Jessica ya no está aquí en Sydney, de hecho, se mudó a los Estados Unidos para estudiar en una academia de modelaje de Wyoming.
-¿Pero han terminado o no?
-Paul, eso está claro.
-Ah vale, vale, perdona.- Paul se siente un poco avergonzado.
-Cuéntame de ti, que ya yo he dicho mucho de mi.
-Entre en la universidad, ¿puedes creerlo?- Paul enmarca una gran sonrisa en su rostro.
-Te felicito de verdad, es increíble.
-Tú no has decidido hacer otra cosa, ¿no?
-La verdad es que no, mi vida ha sido el surf y siempre lo será.
-Si bueno, hasta que conozcas a una chica que te demuestre que no todo es el surf. Tu vida, tu amor y luego, tus pasiones. –Dice Paul, tan seguro de sus palabras.- Creeme, ¿te acuerdas cuando mi pasión era correr? ¿Y quería ser fondista?
-Claro que lo recuerdo, era gracioso y todo.
-Hoy en día quiero ser neurocirujano, imagínate.-Ríe Paul
Marco se seca el sudor, bebe un poco de gatorade y sigue corriendo al lado de Paul. Pero a este tío ¿qué le pasa? Mi vida es mi problema, el no es quién para entrometerse en mis decisiones. Pero por una parte tiene razón, cuando tenga sesenta años, ¿seguiré surfeando? Pero si no podré, entonces, ¿de qué viviré?, piensa.
-…Entonces Mariana llegó a mi vida así de repente.- Dice Paul. –Las casualidades de la vida, ¿no?.
-Sí, si claro- Marco asiente con la cabeza aunque no tiene ni idea de que está hablando Paul. –Oye hoy me han invitado a una fiesta, si quieres te llamo y te vienes, ¿va?.
-Pues sí, ¿puedo llevar a Mariana?- pregunta preocupado.
-¡Claro!, aunque yo no sé donde es, va a venir una amiga a recogerme, si quieres te vienes con nosotros en el coche.
-Pues muy bien.
-Está bien, nos vemos a la noche.
Paul, agiliza el paso y en unos minutos ya Marco Antonio ni logra verle. Marco, piensa, piensa en el, piensa en que hará todos estos meses, cuando rápidamente, le viene un flash y se imagina a el surfeando por las playas de Sudáfrica.
Después de una hora corriendo llega a casa, acalorado y sudando, coge una botella de agua y se la bebe toda de un sorbo. Sube corriendo a su habitación, todavía con la idea de irse a Sudáfrica, prende su Mac, y comienza a buscar viajes. Nada le convence, luego busca viajes para Hawaii y tampoco, no está seguro. Hasta que ve un anuncio que dice, “Aprende a surfear en el mediterráneo”, abre ese gadget y observa las opciones, Italia, Grecia o España, en vista de que el habla español por sus orígenes colombianos elige la opción de España, tiene dos alternativas, Valencia o Alicante, entonces le pregunta a Frank, su padrastro,  y debido a su experiencia como turista le recomienda Valencia, ya que es una de las ciudades más importantes de España. No sabe qué es, pero hay algo de allí que le llama la atención. Quizás hasta podría dar clases, pero cuando se da cuenta, allá es invierno, de nada le serviría ir ahí ahora. Pero piensa en las estaciones de Europa y considera que junio sería el mes perfecto.

VII

Suena la campana del recreo de las doce. Salen todas las secciones, Cris se encuentra en una esquina esperando a sus dos mejores amigos, Marta y Gustavo, cuando de repente ve a Sebastián. Se le queda mirando fijamente, esos ojos, ese cabello, sus brazos, su espalda. Su cabeza se inunda de recuerdos, no puede creerlo, se acabó. Su primer beso le había dado la espalda hoy y para siempre…
Salen Marta y Gustavo del aula y ven como Cris observa a Sebastián.
-¡Pero bueno Cris!, no le quitas la mirada.
-¡Marta, pero ¿Qué dices?!
-Se te nota a leguas que no has superado nada.
-¿Cómo lo voy a superar si terminamos el domingo?- responde Cris un poco enfadada.
-Bueno, perdona…
-Pero Cris, ¡si estás soltera!- Dice Gustavo con alegría.
-Sí, pero eso no significa que voy a liarme con cualquier chico que se cruce por mi camino.
-Pero si yo no estoy diciendo cualquiera- Le guiña el ojo.
-No pensarás que tu y yo haremos algo, ¿no?- Y Cris le da un golpecito en el brazo.
-Jajajaja, que va, si estoy bromeando.  Hablaba de Luis, tu sabes, con el que estuviste tonteando antes de salir con Sebas.
-¡No loca!, Que yo a ese lo mandé a volar, se la pasaba fumando y bebiendo por todos lados y yo de eso, paso.
-Vale, sólo lo decía para subirte el ánimo.- Sonríe Gustavo.
-Ok, pero luego cuando yo bromee contigo, no te molestes, que será sólo para subirte el ánimo.- Ríe Cris de forma picaresca.
-Bueno, bueno, basta de sonrisitas picaronas, ¿vale? .Que nosotros estamos para hacer reír al otro.
-Pues eso - Dice Gustavo.
Gustavo, Marta y Cris se disponen a caminar hacia la cantina, mientras bromean, ríen, se cogen de la mano. Juegan a ser niños.
Amigos, la familia que elegimos, piensa Cris. Pensar que dentro de unos meses no voy a estar con ellos. Ya mañana es 27 de enero, y el tiempo va cada vez más apresurado. ¿Qué voy a hacer? Tengo que dejar de pensar en eso, tengo que vivir los meses que me quedan y aunque se pasen rápido, yo sé que serán inolvidables.
-¡Una empanada de queso!- Se oye el grito de Marta
Cris deja de pensar y vuelve al momento, se ve rodeada de personas que quieren comer, necesita calma, sale de allí con Gustavo mientras Marta termina de comprarse su empanada. Gustavo y Marta van caminando hacia el comedor donde los espera todo un grupo de compañeros.
-Marta me lo dijo…-Dice Gustavo un poco triste.
-Lo suponía.
-¿Por qué no me lo has dicho tú?
-Porque estoy asustada, no sabía cuál sería tu reacción.
-Es esta, y sólo tengo una cosa que decirte.
-¿Qué?- Pregunta Cris un poco sorprendida por su actitud.
-Te voy a extrañar Cristina, no tienes idea de cómo voy a necesitar tus abrazos en las mañanas.
Cristina no podía creer la reacción de Gustavo, no se la esperaba lo único que ella podía a hacer era darle un abrazo aunque su actitud requería mucho más que eso. Por lo que Cristina se le lanzo encima, le dio un abrazo y le dijo al oído, eres el mejor amigo del mundo, te quiero.
Cuando llegan a la mesa del comedor están todos hablando del examen de sociales de la próxima hora, todos estudiando y evaluándo sus conocimientos, Cris no había estudiado casi nada pero Gustavo sí. Llega Marta corriendo, su empanda en una mano y en la otra un jugo de naranja, observa a sus alrededores y ve como todo el mundo tiene el libro de sociales en la mano.
-¡Mierda! Se me había olvidado el examen.
-Jajaja y es ahorita- se burla Gustavo
-No me causa gracia- Marta arruga la cara.
-Pues a mi si.
-Ya está bien chicos. Marta, yo tampoco he estudiado nada. Ya aprobaré el próximo- Cris, intenta calmarle.
-Cristina, no lograrás calmarme.
-Bueno, ojalá que suspendas el examen. Jajajaja, es coña.- ríe Cris. –Por cierto, mañana vamos juntas a correr por La Lagunita, ¿no?
-¡No!- Responde Marta.
-¿Por qué?- pregunta Cris impresionada.
-Porque me has deseado mala suerte.
-Hoy andas tonta, ¿no?- vuelve a reír Cris. –Te llamo a las nueve y media, ¿ok?
-Voy a estudiar.
-Vale- finaliza Cristina
Cristina piensa en que se pondrá para salir a correr, al final, nada le impide ligar. En fin, ya está soltera y libre para hacer lo que quiera.