Una mañana de un lunes caluroso, Marta, la amiga morena de Cris, no muy alta, de pelo negro y rizado y ojos oscuros, se despierta con ese sonido atormentante de su alarma y ve que tiene una llamada perdida de Cris a las 3: 53 am. Extrañada decide llamarle y mientras oye la señal se va poniendo rápidamente el uniforme.
-Cris, ¿qué ha pasado? Me llamaste a las cuatro de la mañana, ¿Qué hacías tu despierta a esa hora?
-Pues nada, es muy largo. Marica, necesito verte y hablar contigo.
-Oye, que me estás preocupando.
-Hablamos en el instituto Marta, es un poco fuerte… Por cierto, ¿mañana no hay clases, no?
-No, fumigarán el instituto por lo del dengue.
-Pues entonces, ¿salimos a correr por La Lagunita?
-¡Claro! Y así hablamos un poco más del tema.
-Oki- cuelga Cris
Marta ve el reloj, son las 6 y 10 y ella no ha cogido ni una tostada, corre a la cocina y unta mantequilla “light” en un trozo de pan y corre al baño. Cuando Marta se dispone a peinar su largo y rizado cabello oye un grito de su madre
-¡Marta! ¡Apúrate!, no querrás que tu hermana llegue tarde por tu culpa. Que después es ella la que te echa la bronca, no yo.
-¡Ya voy!
-¡Dije, ahora!
-¡He dicho que ya voy!
Marta ve su pelo, disimula un poco el despeinado y aunque se haya arreglado un poco se nota que va muy desarreglada.
En el coche Marta escribe rápidamente por su blackberry mientras su madre conduce. Ella va a hablando con su mejor amigo Gustavo, quien le espera en el instituto, cuando de repente ve otro mensaje que dice “¿Has estudiado para el examen de sociales?” Un mensaje anónimo, un poco raro, luego le busca entre sus contactos a Cris y le pregunta rápidamente si había un examen lo que conlleva a una respuesta un poco seca, sí. Marta no lo puede creer, no ha estudiado nada, entonces comienza a buscar dentro de su mochila ese libro que tan deteriorado está, una vez en mano se da cuenta que no tiene ni idea de que tema entra para el examen, aumenta la tensión. De repente, después de unos 10 minutos ya está en la puerta del instituto.
En el momento que Marta pasa por esa puerta azul ve que están todos sus compañeros con el libro en la mano lo que hace que su angustia crezca, sigue caminando cuando de repente se le acerca un chico y le pregunta si ha estudiado. Un poco apenada ella responde que no, lo que no se esperaba era un “yo tampoco, total el examen es a última hora”. Marta al oír esa frase siente un alivio inexplicable...
Suena la campana, el momento de entrar a clase. Cris no ha llegado, Marta comienza a hablar con Gustavo, entre risas, carcajadas y cosquillas llegan a aquella aula blanca con pupitres de madera. La profesora de castellano, Celeste, baja de estatura, sin maquillaje y un poco deteriorada los mira despectivamente. Cuando toda la clase entra la profesora mira hacia los lados y cierra la puerta.
Celeste se dispone a dar la clase.
-Hoy vamos a explicar la oración compuesta, pero antes voy a revisar los deberes del día anterior.
Tocan la puerta. Celeste ignora el sonido.
-Bueno, voy a comenzar por la fila de la izquierda y…
-Profesora, hay alguien fuera- interrumpe Marta
-¿Y usted se cree que yo no lo sé?
-Entonces deberías de abrirle.
-Disculpe, Reyes, sálgase de clase y así le hace compañía a la persona de fuera. Recuerde que en este establecimiento está prohibido tutearles a los profesores.
-¿Por eso?
-Sí, por favor, retírese.
-Ok- sale Marta por la puerta enfadada.
Cuando Marta abre la puerta ve que Cris está en el suelo, triste con su mochila verde en la espalda.
-Cristina, ¿qué te pasa?
-Son muchas cosas Marti.
-Pues hasta que a la Krusty no le den ganas de dejarme entrar, yo estoy aquí y soy todo oídos. Por cierto, me enteré de que Sebastián y tú terminaron, lo siento.
-Esa es una de las cosas…
-Vamos niña, anímate- Marta le da un veloz beso en la mejilla. Cris esboza una sonrisa.
-Está bien, te cuento. Es largo y doloroso, pero ambas tenemos la madurez, ¿no?
-Madurez es relativa en la adolescencia, ninguna es madura. Sólo pretendemos serlo, pero da igual, cuéntame.
-Ok. Me voy a vivir a España.
Marta cambio la cara, su facción tornó a ser todo lo contrario, arrugó la frente y soltó una lágrima. Cris la atrapó al vuelo con su pañuelo rosa.
-No puede ser.
-Puede ser.
-¿Por qué me haces esto?
-No es mi culpa Marta.
-Sí que lo es- Marta sale corriendo al baño.
Cristina corre hacía el baño. Una vez dentro oye a una chica llorando y muy alterada, es ella, Marta.
-No quería que me vieras así.
-¿Cuándo no te he visto así?- Cristina esboza una sonrisa.
-Tienes razón- Y se seca las lágrimas con sus manos. –Por cierto, no es culpa tuya, ¡es culpa de tu madre!
Cris ríe, ríen ambas, se abrazan y durante ese largo abrazo cada una piensa, Marta apoya la cabeza en el hombro de Cristina y llora. Cris siente como sus lágrimas mojan su camiseta azul y no le da importancia. Un fuerte abrazo en un baño azul vacío, un apretón de dos mejores amigas, de dos vidas que un día decidieron juntarse y que hoy la vida las pone a prueba con una separación. Al terminar ese largo abrazo, Cristina la mira, mira sus ojos rojos de tanto llorar y dice esa palabra que nunca pensó que mencionaría, todo va a estar bien. Marta sonrió y salieron juntas del baño, caminaron hacia las mesillas a esperar que tocara la campana.
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