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CoreanoÁrabe

miércoles, 13 de julio de 2011

XIII

Allá por las calles de Sydney un chico muy guapo busca empleo como camarero. Entra en un bar, cuando de repente ve a James otra vez.
¿Qué cojones hace este aquí?¿Acaso me persigue? Cuando Marco Antonio entra, observa el bar, se da cuenta que es una tasca para homosexuales. Marco no lo puede creer. ¿Por qué me pasa esto a mí? Ahora este se me acerca para hablarme, ¿y ahora, qué le digo?
-Guao, que casualidad. ¿Qué haces tú en el bar de mi novio?¿Quizás no has salido del armario?- Ríe James.
-Sí, no he salido del armario. -Usa Marco su tono sarcástico. -Realmente, ¿me ves con cara de marica?
-Oye, un poco de respeto. No, no la tienes, perdona.- Dice James. -¿Qué haces aquí?
-Pues, la verdad es que estoy buscando trabajo como camarero. Pero tranquilo, que yo aquí no trabajaré.
-Pues bien. Mira, si caminas un poco más por esta calle, a la izquierda conseguirás un Restaurant que se llama “Prego” es de comida italiana y están buscando un camarero. No les vendrá nada mal uno guapo.
-¿Qué parte de que me gustan las tías todavía no has pillado?
-Vale, vale. –Vuelve a reír James, la verdad es que se lo está pasando bomba.
-Gracias tío.- Marco Antonio se despide.
-De nada.
Marco Antonio comienza a caminar, recuerda este lugar, recuerda a Jessica otra vez y aunque se había prometido no volver a pensar en ella, fue inevitable. Esta fue la calle por la que pasaron aquel  17 de enero. El día que su vida cambió por completo.
Sigue andando, cuando ve el restaurant, “Prego”. En la puerta, un anuncio que dice “Buscamos camarero”. Marco Antonio se llena de seguridad y pasa por esa puerta, el lugar era amplio, las paredes estaban pintadas de un color beige y las mesas eran de madera y había un mostrador donde se encontraba una chica de orígenes italianos,con una cara preciosa, una cabellera negra y lisa que le llegaba hasta la espalda. Fue  imposible no mirarle, era guapísima, tenía un color blanco con unas mejillas sonrojadas. Sus ojos azules, tan claros como el cielo y unas pestañas largas y sensuales. Hasta que Marco se da cuenta de lo poco disimulado que ha sido y nota que la chica se ha dado cuenta de su penetrante mirada...
-Hola, mucho gusto, Soy Marco Antonio Hernández y estoy buscando trabajo como camarero.
-Ah sí, amor mío, ven rápido, hay un chico buscando el trabajo.
Era de imaginarse, una mujer tan guapa no puede estar sola. –Piensa Marco.
De pronto llega un hombre, al igual que ella, de orígenes italianos. Benedetto, bajo, robusto, una nariz impresionantemente larga y casi calvo.
-Bueno, me imagino que alguna vez has trabajado en esto antes.
-Claro, claro que sí.-Marco se ve obligado en decir una pequeña mentirilla blanca.
-¿Ah sí? Pues tienes el trabajo.
-¿Así?, ¿tan rápido?- Dice Marco Antonio un poco asombrado.
-Sí, a menos de que necesites algo más.- Finaliza el hombre y se retira
-No, no.- Marco Antonio se queda hablando sólo.- Disculpa, pero ¿podríamos hablar del sueldo?
-Fiorella, ¡háblale ya sobre el sueldo!. –Le ordena Benedetto desde el fondo, en el almacén.
-¿Por qué dejas que te hablé así? Si yo tuviese una novia tan guapa como tú jamás le diría algo así.- Dice Marco Antonio con certeza.
-¿Será porque no es mi pareja? Es mi hermano- Ríe silenciosa.
 A Marco le brillan los ojos, no lo puede creer. Tiene al menos una pequeña oportunidad de invitarla a salir.
-Entonces, ¿Por qué le llamas “mi amor”?
-Para que los chicos no se me acerquen, toda la vida me ha protegido mucho.
-Ah. Bueno, ¿Cómo es el tema del sueldo?
-Serían 17.50 A$ por hora.
-Está bien.
-Trabajas todos los días desde las once de la mañana, hasta las nueve  de la noche, ¿vale? Como llegues un día tarde te descontamos la hora y cuidado, que Benedetto hasta podría despedirte. Yo te recomendaría que fueses siempre puntual.
Marco Antonio se pone a pensar. Si gano 17.50 A$, serian 13.20 euros por hora. Tampoco está tan mal, si ahorro cada centavo creo que si me alcanza. Marco Antonio camina hasta que encuentra su descapotable en frente del bar gay, ríe un poco y se monta. Acelera y coge el camino a casa.

XII

Amanece la mañana del 3 de marzo. Una chica se levanta temprano y le envia un sms a dos amigos. Con una sonrisa en la cara coge dos prendas de deporte;  Una camiseta azul, y luego unos negros pantalones cortos, para terminar coge sus deportivas, está lista. Va al cuarto de su madre, coge el protector solar y lo mete dentro de un bolso.
-Mamá, sírveme agua en una botellita, por favor.
-Está bien. ¿No quieres comer nada?
-No mamá, ¿y si vomito? Sería una total humillación.
-Cristina, cómete una tontería, de lo contrario podrías hasta desmayarte.
-He dicho que no.- Responde Cristina, arrugando su frente.
-No sales de aquí si no comes. –Aclara Fabiola.
-Ok mamá, pero que conste que lo haces en contra de mi voluntad.
-Muy bien, toma esta manzana. Ya verás cómo te sentirás mejor.
Cristina la toma y la guarda junto a la botellita de agua dentro de su bolsito lila. De repente recibe una llamada, es Gustavo, su mejor amigo.
-¡Hola!- dice ella.
-¡Criiiiiiiis!, Marta está súper emocionada, llega rápido que cada vez está peor.
-Jajajajaja, ¿para eso me llamas?
-Pues sí, y también echaba de menos tu voz.
-Gustavo…
-Te quiero princesa… Tú sabes que es broma.
-¡Qué no me llames princesa!- Responde Cris un poco molesta.
-Bueno, te veo aquí.
-Dale, te quiero.- Cuelga Cris.
Cris corre hacía la puerta, donde está su madre esperándole. Fabiola coge las llaves del coche y juntas se marchan hacía el ascensor. Como siempre Cristina se pone sus auriculares y empieza a oír sus canciones preferidas, cuando de pronto elige “Tan enamorados” de Ricardo Montaner, Cris no sabía que tenía esa canción en su Ipod, y la sigue oyendo, se deleita con cada palabra, con cada melodía de la canción y desea conocer a alguien que le dedicase esa canción. Se pregunta que se sentirá amar de verdad, amar continuamente. Transformar el amor en rutina y amar para vivir. La oye todo el camino hasta llegar a las Mercedes donde comenzaba aquella carrera, cuando va por la Plaza Sadel ve a sus dos amigos esperándole, sin querer esboza una ingenua sonrisa. Le dice a su madre que la deje allí y al bajarse del coche Marta le da un abrazo.
-Cris, te he echado de menos.
-¿Cómo que me has echado de menos, si me viste antes de ayer?- Rié Cris
-Pues sí, eres mi mejor amiga y me cuesta vivir sin ti- De repente, hay un silencio entre los tres…
-Bueno, ya. Vamos a calentar que la carrera comienza en quince minutos.-Dice Gustavo, tratando de romper la incomodidad.
-¡No estoy preparada Gustavo!, yo mejor me quedo esperándolos en la meta.
-Eso nunca, tú te vienes, si te cansas mucho yo me paro a esperarte, porque este, dudo mucho que se detenga
Estirando cada parte de su cuerpo, Marta, Gustavo y Cris se rién de ellos, de sus caras, de sus posiciones y de su loca amistad. Cuando de repente, oyen un pitido que manda a todos los participantes de la carrera a situarse detrás de una cinta roja.
En el momento que suena el segundo pitido, salen miles de personas corriendo. Algunos a una gran velocidad, otros un poco más lento y así continúan. Entre tantas personas, Cris ya no puede encontrar a Gustavo por lo que supone que se ha adelantado mucho. Cris ve entre un señor un poco robusto a su amiga Marta, la ve cansada y debilitada, recuerda que lleva un poco de agua en su bolsito lila, y aunque Cris sigue corriendo le ofrece un poco de agua.
-Toma amiga, lo necesitas.
-¡Dios, eres la mejor!- Dice Marta jadeando y sudando.
-Venga, que nosotras podemos, todavía faltan siete kilómetros.
Mientras corren, Cris la mira, mira cada expresión de su amiga. Observa todos los aspectos en los que se parecen y en los que no, Cristina la quiere tanto, no sabe que hará sin ella, sin esos gestos que tanta paz le transmiten. Ella es su mejor amiga, la que a pesar de todo siempre sabrá cómo sacarle una sonrisa. Cristina está segura que esa prueba de la distancia, será pan comido para esta amistad que tan grande es.
Pasan cincuenta y seis minutos, Cris y Marta cansadas, ven como cruzan la meta. Cansadas y sudadas se dan un abrazo. Al terminar ven a su amigo sin una gota de sudor y con una sonrisa, les espera con los brazos abiertos, cada una en un respectivo brazo.
-¡Lo lograron!
-Sí, y eso que nos dejaste muy atrás.
-Ya ustedes sabían eso, ¿o no?
-Pues sí- Dice Marta.
-Chicos, son lo mejor- Dice Cris, mientras se apoya en el pecho de Gustavo.
-¿Y eso a qué viene?- Dice Gustavo un poco extrañado.
-¿Qué pasa?, ¿acaso no puedo decirles lo que pienso de ustedes?- Cris le pega un golpe en su fuerte brazo.
-Jajajaja, perdóname princesa.
-¡Qué no me digas princesa!- Dice Cristina. -¿Cuántas veces te lo voy a tener que repetir?
-Bueno, bueno, ya está. ¿Sí? –Dice Marta.
-Por cierto, tengo una amiga que hará una fiesta el 11, ¿se quieren venir?- Dice Cris con entusiasmo.
-Da por hecho que yo voy, de hecho, tenemos que celebrar esta carrera.- Dice Gustavo orgulloso.
-Tengo que hablar con mi madre…-Dice Marta.
-¡Nosotros hablamos con ella!- Dicen Cris y Gustavo a la vez.
Es así como los tres se encaminan hasta la entrada de un centro comercial, El Tolón, para esperar que sus padres vengan a por ellos.

XI

Pasa un mes, pasa febrero, pasa rápido que ni se ha dado cuenta. Marco Antonio va contando los días que faltan para irse, para cambiar de rutina. Todavía no le ha dicho nada a su madre, ¿cómo lo haré?- piensa.
Una mañana, el sol se asoma por su ventana, Marco Antonio tapa sus ojos con su almohada pero no puede evitarlo, ya está despierto.  Debe decirle a su madre. Se levanta despacio y va hasta su baño para lavarse la cara y los dientes, mientras va caminando recuerda cada segundo de aquella noche, cada movimiento, y se detiene a pensar que ya ha pasado un mes.
¿Tán rápido? No puede ser, si así se pasarán los momentos mientras yo esté en Valencia no valdrá la pena.- piensa.
Tras despertarse un poco, baja a la cocina donde se encuentra su madre preparando el desayuno. Y Marco se aproxima para hacerle la pregunta…
-Mamá, he decidido algo.
-¡Qué vas a estudiar algo!- Dice su madre con alegría.
-No…
-Ah- expresa Mercedes con desilusión.
-Quiero ir al Mediterráneo para enseñarle a niños a surfear.
-¿De qué estás hablando Marco?, ¿Es en serio?
-¡Claro!, ni modo que te esté mintiendo.- Afirma Marco Antonio con una sonrisa.
-Pues en ese caso si tú quieres irte para allá tendrás que pagar, por lo menos, la mitad del pasaje tu solito. Ya va siendo hora que te independices un poco. Así que deberías de ir comenzando a buscar un trabajo.
-Ok, no necesito de tu dinero, y te lo voy a demostrar- Finaliza Marco con seguridad.
Unas horas más tarde, Marco Antonio está sentado en su ordenador viendo el precio de los pasajes, se está llevando un gran asombro. No puede creerlo, 2739.87 euros. ¿De dónde voy a sacar el dinero? Ni siquiera trabajando por cuatro meses como camarero me daría para pagar esa cantidad. Necesito algún trabajo, una forma de encontrar todo ese dinero y marcharme.
Marco Antonio decide llamar por teléfono a su padrastro, que debido a sus viajes, ahora se encuentra en Berlín.
-Hola Frank, necesito tu ayuda. ¿Qué trabajo puedo conseguir para ganar dinero rápido e irme a España?
-Marco, ¿realmente me llamas para eso?
-No, te llamo para decirte que te extraño mucho- Dice Marco con un tono totalmente sarcástico.- Es en serio, por favor, necesito ayuda.
-Vale, si sabes que eres musculoso, y estás orgulloso de tu cuerpo, podrías presentarte en una compañía de modelaje o ir a un casting para participar en un anuncio.
-Es buena idea, ¿qué pasa si no me aceptan?- pregunta Marco.
-Pues, tendrás que considerar el empleo de camarero…-Dice Frank.
-Bueno, iré a ver qué tal me va, ¿vale?
-Vale- Finaliza Frank la conversación.
Marco, cuelga, se viste con una camiseta azul de rayas y unos bermudas beige, coge el coche descapotable que le regaló su padrastro hace un año, sale del garaje y acelera. Pasa por las calles a una gran velocidad, siente como el viento golpea sus mejillas y empuja hacia atras su larga y oscura cabellera.
Marco llega, llega a ABC y se moviliza hasta la sede de ABC sports donde hay un casting para chicos. De repente aparece una mujer, corta de estatura, pelo rubio por los hombros  y algo robusta. Marco Antonio mira a su alrededor, tiene mucha competencia. No entiende ni siquiera como ha considerado esta idea, prefiere ser camarero. En el momento en el que se está retirando sigilosamente, un chico lo ve y se le acerca.
-Hola, soy James, ¿por qué te vas?- James era un chico muy guapo, alto, pelo castaño, ojos pequeños y oscuros y unas pecas que le hacían resaltar sus mejillas.
Marco Antonio no sabe que responderle. No podía decirle, bueno, a mi casa, es que chicos como tú me intimidan, realmente le daba un poco de vergüenza.
-Es que hay mucha gente, y mi novia me espera temprano para almorzar.
-¿Ah sí?- Pregunta James, tratando de conseguir la verdad de alguna forma.- Y, ¿Cómo se llama tu novia?
-Pues… Cecilia, sí, Cecilia.- asiente él con la cabeza, buscando el mismo su propia aprobación
-Bueno, está bien, yo sólo te digo que, muchos chicos aquí vienen y se sienten intimidados por hombres tan bien formados como tú.
Marco Antonio nota una mirada totalmente extraña, y se queda asombrado. James pilla su expresión al momento y rápidamente intenta detener los malos pensamientos ue pasan por la cabeza de Marco.
-Sí, acertaste, soy gay, pero tengo novio.
Marco da un suspiro y muestra su alivio, por un momento pensó que este chico se le estaba insinuando.
-Y aparte, no eres mi tipo.- aclara James.
-Vale, pues me voy – Dice Marco
Marco se va alejando cuando oye a James.
-Mándale saludos a tu novia imaginaria de mi parte- Ríe James.

martes, 12 de julio de 2011

X

Quince horas de adelanto, en un país mucho más lejano, un chico moreno baila con una chica, guapa de pelo castaño, rizado y con unos resaltantes ojos azules, le besa y no siente nada. Dominado por el efecto del alcohol, le coge de la mano y se la lleva a un almacén de la discoteca.
Comparten besos, labios con sabor a alcohol, una sensación de alegría y manos descontroladas hambrientas de deseo. Marco le besa en su largo cuello, mientras le desabotona la camiseta, la chica también sometida a la emoción del momento le desabrocha el pantalón, y en un almacén debajo de una discoteca Marco, vuelve a sentirse hombre, vuelve a hallarse alegre, y lo más importante es que ya Jessica quedó situada en un pasado muy lejano a él. Lo que le hace pensar, que el sexo es el billete gratis de salida a todas las preocupaciones. 

IX

Una mañana nublada en Caracas. Cristina se levanta y se queda en cama por unos diez minutos allí, sin pensar, sin hablar, inmóvil. Suena el móvil y aunque se propone no cogerlo, la intriga le mata.
Es Lucía, tengo como una semana sin saber de ella, piensa Cris.
 –Cristinita, amiga, ¿Dónde te has metido?
-Estoy en casa, llámame- Y le da al botón de enviar.
Cristina abre la puerta de su cuarto, y camina hacia la sala, donde ve a su madre sentada en el ordenador revisando las noticias.
-Buenos días mami- Cris bosteza.
-¡Ese bostezo!, ¿A qué hora te acostaste anoche?- Ríe Fabiola.
-Temprano mamá, tu tranquila.
-Por cierto, son las ocho y media. ¿No era que ibas a correr con Marta a las nueve y media en La Lagunita? Tienes una hora.
-¡Dios!, ¡es verdad!, ¡Mamá, ¿qué me pongo?!
-Hija, ¿qué clase de pregunta es esa? Ponte cualquier ropa para correr
-¡No tengo ropa!- Exclama Cristina.
-Cristina, relájate, por Dios, busca bien en tu armario.
-¡Aquí!, Y allí, encuentra esa camiseta verde para hacer deporte que usó cuando fue a jugar fútbol con Sebastián- Decide no ponérsela.
-¿No era que te ibas a poner esa?- Pregunta su madre con un poco de intriga.
-¡Pues no!, me recuerda a Sebas, y en este momento no quiero ni pensar en el.
-Vale- asiente con la cabeza. -Mira lo que he encontrado- Y su madre me muestra una camiseta gris de tirantes.
Cris coge aquella camiseta al vuelo y se la pone, le hace marcar un poco el escote pero eso es lo que ella quería y aunque su madre no lo apruebe a Cris le da igual. Coge esos pantalones cortos negros y se los pone, le hace marcar una buena figura.
Son las nueve y Cris va saliendo de casa con su madre para que la lleven a La lagunita. Salen de casa, se montan en el ascensor y Cris se pone sus auriculares para oír su música cuando de repente se coloca esa canción que un día Sebastián le dedico, Entra en mi vida de Sin Bandera y recuerda cada palabra, “Entra en mi vida, te abro la puerta, se que en tus labios ya no habrán noches desiertas”, y mientras canta oye una voz que le interrumpe, su madre.
-Hija, vamos a hablar.
-Dime mami- Cris sigue tarareando un poco la cancioncilla.
-Cristina, esto es serio. ¿Cómo estás?
-¿Es en serio, mamá? ¿Me estás preguntando eso?- Dice Cris, retirándose los auriculares por completo.
-Me enteré que terminaste con Sebastián, ¿Por qué no me habías dicho nada?
-¡Terminamos el domingo!- Cristina se altera.
-¡No me grites!- Se alza Fabiola.
-Perdón.
-¿Me puedes contar que ha pasado de tal manera que no te alteres?- Pregunta Fabiola.
-Sí… Cuando le conté que nos íbamos del país no lo podía creer, le molestó tanto que pensó que seguir con nuestra relación era una farsa total…
-Que niño tan inmaduro, nunca me dio buena espina.
-Mamá, a mi me gustaba, pero necesitaba un break.- Finaliza Cristina la conversación.
Cristina vuelve a ponerse sus auriculares y empieza a oír a Lady Gaga. Entre varias canciones cantadas, en un abrir y cerrar de ojos ya se encuentra en la rotonda de La Lagunita. Su madre se despide de ella, y al darse la vuelta están Marta y Gustavo allí.
-¡Cristinaaaaaa!, llegas tarde mujer.- Marta la abraza.
-Déjala, Marta, que la atosigas.- Dice Gustavo.
-Jajajaja, hola chicos, ¿comenzamos? Tenemos que entrenar para la carrera del tres de marzo.
-¡Pero si estamos a finales de enero!, ahora es que hay tiempo.-Dice Gustavo.
-¡Tiempo para ti!, las flojillas como nosotras tenemos que entrenar con anticipación, de lo contrario, nos morimos en el camino.
Así, se disponen a andar, cada vez aumentando la velocidad hasta que sin darse cuenta ya están corriendo.  Van bromeando en el camino, se gritan, se empujan. Una vez ya cansados, Cris, saca del bolsillo su cámara rosa. Empiezan a hacerse fotos, besos en las mejillas, abrazos de tres, reales y cariñosos. Una amistad que no pueden evitar. Después de tantas fotos juntos se sientan un banquillo, charlas largas de horas hasta que Cristina siente que una gota cae en su frente, entonces mira hacia arriba y cae otra en su pestaña. Está lloviendo. Gustavo llama a su madre para que nos venga a buscar. En cinco minutos estaban ya montados en el coche, secándose cada uno con una respectiva toalla.
   Cristina ve el móvil y tiene ocho llamadas perdidas de Lucía, debe estar molesta -piensa.

VIII

Un 27 de enero, temprano en la mañana. Marco Antonio se pone su bañador, coge su tabla y un botellita con agua. Mientras va bajando oye como titila su móvil, es Katie, le ha enviado un sms.
-¿Te vienes a una fiesta esta noche?Te paso buscando.
-Sí, vale- teclea Marco sin pensarlo dos veces.
Marco se pone a pensar. Tengo como dos meses sin ir a una fiesta, sin disfrutar, sin liarme con ninguna, realmente estoy hecho un santo, necesito despejarme un poco.
 Cuando está saliendo por la puerta decide que hoy no le apetece ir a surfear y se regresa a su habitación, se quita el bañador y se pone unos pantalones y una camiseta para hacer deporte, baja velozmente por las escaleras, abre la nevera y saca un gatorade de naranja. Se detiene a pensar en Jessica pero recuerda que eso quedó en el pasado.
Corriendo piensa en la fiesta de esta noche, que hará. Al día siguiente con quien se levantará, como lo hará. Si conocerá a alguien o no.  El está pensando cuando de repente nota como alguien le pone la mano en el hombro, Marco brinca del susto y lo ve allí, su mejor amigo, Paul, no lo había visto desde que terminaron el instituto. No había pasado nada trágico, sino que ambos continuaron sus vidas. Paul, rubio, ojos claros, de corta estatura y corredor, sueño de ser neurocirujano.
-¿Qué tal Paul? Mil años sin saber de ti.
-Pues igual, me imagino que has estado surfeando y haciendo esas cosas que te gustan y ¿cómo esta Jessica?
-Si surfeando… Jessica ya no está aquí en Sydney, de hecho, se mudó a los Estados Unidos para estudiar en una academia de modelaje de Wyoming.
-¿Pero han terminado o no?
-Paul, eso está claro.
-Ah vale, vale, perdona.- Paul se siente un poco avergonzado.
-Cuéntame de ti, que ya yo he dicho mucho de mi.
-Entre en la universidad, ¿puedes creerlo?- Paul enmarca una gran sonrisa en su rostro.
-Te felicito de verdad, es increíble.
-Tú no has decidido hacer otra cosa, ¿no?
-La verdad es que no, mi vida ha sido el surf y siempre lo será.
-Si bueno, hasta que conozcas a una chica que te demuestre que no todo es el surf. Tu vida, tu amor y luego, tus pasiones. –Dice Paul, tan seguro de sus palabras.- Creeme, ¿te acuerdas cuando mi pasión era correr? ¿Y quería ser fondista?
-Claro que lo recuerdo, era gracioso y todo.
-Hoy en día quiero ser neurocirujano, imagínate.-Ríe Paul
Marco se seca el sudor, bebe un poco de gatorade y sigue corriendo al lado de Paul. Pero a este tío ¿qué le pasa? Mi vida es mi problema, el no es quién para entrometerse en mis decisiones. Pero por una parte tiene razón, cuando tenga sesenta años, ¿seguiré surfeando? Pero si no podré, entonces, ¿de qué viviré?, piensa.
-…Entonces Mariana llegó a mi vida así de repente.- Dice Paul. –Las casualidades de la vida, ¿no?.
-Sí, si claro- Marco asiente con la cabeza aunque no tiene ni idea de que está hablando Paul. –Oye hoy me han invitado a una fiesta, si quieres te llamo y te vienes, ¿va?.
-Pues sí, ¿puedo llevar a Mariana?- pregunta preocupado.
-¡Claro!, aunque yo no sé donde es, va a venir una amiga a recogerme, si quieres te vienes con nosotros en el coche.
-Pues muy bien.
-Está bien, nos vemos a la noche.
Paul, agiliza el paso y en unos minutos ya Marco Antonio ni logra verle. Marco, piensa, piensa en el, piensa en que hará todos estos meses, cuando rápidamente, le viene un flash y se imagina a el surfeando por las playas de Sudáfrica.
Después de una hora corriendo llega a casa, acalorado y sudando, coge una botella de agua y se la bebe toda de un sorbo. Sube corriendo a su habitación, todavía con la idea de irse a Sudáfrica, prende su Mac, y comienza a buscar viajes. Nada le convence, luego busca viajes para Hawaii y tampoco, no está seguro. Hasta que ve un anuncio que dice, “Aprende a surfear en el mediterráneo”, abre ese gadget y observa las opciones, Italia, Grecia o España, en vista de que el habla español por sus orígenes colombianos elige la opción de España, tiene dos alternativas, Valencia o Alicante, entonces le pregunta a Frank, su padrastro,  y debido a su experiencia como turista le recomienda Valencia, ya que es una de las ciudades más importantes de España. No sabe qué es, pero hay algo de allí que le llama la atención. Quizás hasta podría dar clases, pero cuando se da cuenta, allá es invierno, de nada le serviría ir ahí ahora. Pero piensa en las estaciones de Europa y considera que junio sería el mes perfecto.

VII

Suena la campana del recreo de las doce. Salen todas las secciones, Cris se encuentra en una esquina esperando a sus dos mejores amigos, Marta y Gustavo, cuando de repente ve a Sebastián. Se le queda mirando fijamente, esos ojos, ese cabello, sus brazos, su espalda. Su cabeza se inunda de recuerdos, no puede creerlo, se acabó. Su primer beso le había dado la espalda hoy y para siempre…
Salen Marta y Gustavo del aula y ven como Cris observa a Sebastián.
-¡Pero bueno Cris!, no le quitas la mirada.
-¡Marta, pero ¿Qué dices?!
-Se te nota a leguas que no has superado nada.
-¿Cómo lo voy a superar si terminamos el domingo?- responde Cris un poco enfadada.
-Bueno, perdona…
-Pero Cris, ¡si estás soltera!- Dice Gustavo con alegría.
-Sí, pero eso no significa que voy a liarme con cualquier chico que se cruce por mi camino.
-Pero si yo no estoy diciendo cualquiera- Le guiña el ojo.
-No pensarás que tu y yo haremos algo, ¿no?- Y Cris le da un golpecito en el brazo.
-Jajajaja, que va, si estoy bromeando.  Hablaba de Luis, tu sabes, con el que estuviste tonteando antes de salir con Sebas.
-¡No loca!, Que yo a ese lo mandé a volar, se la pasaba fumando y bebiendo por todos lados y yo de eso, paso.
-Vale, sólo lo decía para subirte el ánimo.- Sonríe Gustavo.
-Ok, pero luego cuando yo bromee contigo, no te molestes, que será sólo para subirte el ánimo.- Ríe Cris de forma picaresca.
-Bueno, bueno, basta de sonrisitas picaronas, ¿vale? .Que nosotros estamos para hacer reír al otro.
-Pues eso - Dice Gustavo.
Gustavo, Marta y Cris se disponen a caminar hacia la cantina, mientras bromean, ríen, se cogen de la mano. Juegan a ser niños.
Amigos, la familia que elegimos, piensa Cris. Pensar que dentro de unos meses no voy a estar con ellos. Ya mañana es 27 de enero, y el tiempo va cada vez más apresurado. ¿Qué voy a hacer? Tengo que dejar de pensar en eso, tengo que vivir los meses que me quedan y aunque se pasen rápido, yo sé que serán inolvidables.
-¡Una empanada de queso!- Se oye el grito de Marta
Cris deja de pensar y vuelve al momento, se ve rodeada de personas que quieren comer, necesita calma, sale de allí con Gustavo mientras Marta termina de comprarse su empanada. Gustavo y Marta van caminando hacia el comedor donde los espera todo un grupo de compañeros.
-Marta me lo dijo…-Dice Gustavo un poco triste.
-Lo suponía.
-¿Por qué no me lo has dicho tú?
-Porque estoy asustada, no sabía cuál sería tu reacción.
-Es esta, y sólo tengo una cosa que decirte.
-¿Qué?- Pregunta Cris un poco sorprendida por su actitud.
-Te voy a extrañar Cristina, no tienes idea de cómo voy a necesitar tus abrazos en las mañanas.
Cristina no podía creer la reacción de Gustavo, no se la esperaba lo único que ella podía a hacer era darle un abrazo aunque su actitud requería mucho más que eso. Por lo que Cristina se le lanzo encima, le dio un abrazo y le dijo al oído, eres el mejor amigo del mundo, te quiero.
Cuando llegan a la mesa del comedor están todos hablando del examen de sociales de la próxima hora, todos estudiando y evaluándo sus conocimientos, Cris no había estudiado casi nada pero Gustavo sí. Llega Marta corriendo, su empanda en una mano y en la otra un jugo de naranja, observa a sus alrededores y ve como todo el mundo tiene el libro de sociales en la mano.
-¡Mierda! Se me había olvidado el examen.
-Jajaja y es ahorita- se burla Gustavo
-No me causa gracia- Marta arruga la cara.
-Pues a mi si.
-Ya está bien chicos. Marta, yo tampoco he estudiado nada. Ya aprobaré el próximo- Cris, intenta calmarle.
-Cristina, no lograrás calmarme.
-Bueno, ojalá que suspendas el examen. Jajajaja, es coña.- ríe Cris. –Por cierto, mañana vamos juntas a correr por La Lagunita, ¿no?
-¡No!- Responde Marta.
-¿Por qué?- pregunta Cris impresionada.
-Porque me has deseado mala suerte.
-Hoy andas tonta, ¿no?- vuelve a reír Cris. –Te llamo a las nueve y media, ¿ok?
-Voy a estudiar.
-Vale- finaliza Cristina
Cristina piensa en que se pondrá para salir a correr, al final, nada le impide ligar. En fin, ya está soltera y libre para hacer lo que quiera.

VI

   Una mañana de un lunes caluroso, Marta, la amiga morena de Cris, no muy alta, de pelo negro y rizado y ojos oscuros, se despierta con ese sonido atormentante de su alarma y ve que tiene una llamada perdida de Cris a las 3: 53 am. Extrañada decide llamarle y mientras oye la señal se va poniendo rápidamente el uniforme.
-Cris, ¿qué ha pasado? Me llamaste a las cuatro de la mañana, ¿Qué hacías tu despierta a esa hora?
-Pues nada, es muy largo. Marica, necesito verte y hablar contigo.
-Oye, que me estás preocupando.
-Hablamos en el instituto Marta, es un poco fuerte… Por cierto, ¿mañana no hay clases, no?
-No, fumigarán el instituto por lo del dengue.
-Pues entonces, ¿salimos a correr por La Lagunita?
-¡Claro! Y así hablamos un poco más del tema.
-Oki- cuelga Cris
Marta ve el reloj, son las 6 y 10 y ella no ha cogido ni una tostada, corre a la cocina y unta mantequilla “light” en un trozo de pan y corre al baño. Cuando Marta se dispone a peinar su largo y rizado cabello oye un grito de su madre
-¡Marta! ¡Apúrate!, no querrás que tu hermana llegue tarde por tu culpa. Que después es ella la que te echa la bronca, no yo.
-¡Ya voy!
-¡Dije, ahora!
-¡He dicho que ya voy!
Marta ve su pelo, disimula un poco el despeinado y aunque se haya arreglado un poco se nota que va muy desarreglada.

   En el coche Marta escribe rápidamente por su blackberry mientras su madre conduce. Ella va a hablando con su mejor amigo Gustavo, quien le espera en el instituto, cuando de repente ve otro mensaje que dice “¿Has estudiado para el examen de sociales?” Un mensaje anónimo, un poco raro, luego le busca entre sus contactos a Cris y le pregunta rápidamente si había un examen lo que conlleva a una respuesta un poco seca, sí. Marta no lo puede creer, no ha estudiado nada, entonces comienza a buscar dentro de su mochila ese libro que tan deteriorado está, una vez en mano se da cuenta que no tiene ni idea de que tema entra para el examen, aumenta la tensión. De repente, después de unos 10 minutos ya está en la puerta del instituto.
   En el momento que Marta pasa por esa puerta azul ve que están todos sus compañeros con el libro en la mano lo que hace que su angustia crezca, sigue caminando cuando de repente se le acerca un chico y le pregunta si ha estudiado. Un poco apenada ella responde que no, lo que no se esperaba era un “yo tampoco, total el examen es a última hora”. Marta al oír esa frase siente un alivio inexplicable...
    Suena la campana, el momento de entrar a clase. Cris no ha llegado, Marta comienza a hablar con Gustavo, entre risas, carcajadas y cosquillas llegan a aquella aula blanca con pupitres de madera. La profesora de castellano, Celeste, baja de estatura, sin maquillaje y un poco deteriorada los mira despectivamente. Cuando toda la clase entra la profesora mira hacia los lados y cierra la puerta.
Celeste se dispone a dar la clase.
-Hoy vamos a explicar la oración compuesta, pero antes voy a revisar los deberes del día anterior.
Tocan la puerta. Celeste ignora el sonido.
-Bueno, voy a comenzar por la fila de la izquierda y…
-Profesora, hay alguien fuera-  interrumpe Marta
-¿Y usted se cree que yo no lo sé?
-Entonces deberías de abrirle.
-Disculpe, Reyes, sálgase de clase y así le hace compañía a la persona de fuera. Recuerde que en este establecimiento está prohibido tutearles a los profesores.
-¿Por eso?
-Sí, por favor, retírese.
-Ok- sale Marta por la puerta enfadada.
Cuando Marta abre la puerta ve que Cris está en el suelo, triste con su mochila verde en la espalda.
-Cristina, ¿qué te pasa?
-Son muchas cosas Marti.
-Pues hasta que a la Krusty no le den ganas de dejarme entrar, yo estoy aquí y soy todo oídos. Por cierto, me enteré de que Sebastián y tú terminaron, lo siento.
-Esa es una de las cosas…
-Vamos niña, anímate- Marta le da un veloz beso en la mejilla. Cris esboza una sonrisa.
-Está bien, te cuento. Es largo y doloroso, pero ambas tenemos la madurez, ¿no?
-Madurez es  relativa en la adolescencia, ninguna es madura. Sólo pretendemos serlo, pero da igual, cuéntame.
-Ok. Me voy a vivir a España.
Marta cambio la cara, su facción tornó a ser todo lo contrario, arrugó la frente y soltó una lágrima. Cris la atrapó al vuelo con su pañuelo rosa.
-No puede ser.
-Puede ser.
-¿Por qué me haces esto?
-No es mi culpa Marta.
-Sí que lo es- Marta sale corriendo al baño.
Cristina corre hacía el baño. Una vez dentro oye a una chica llorando y muy alterada, es ella, Marta.
-No quería que me vieras así.
-¿Cuándo no te he visto así?- Cristina esboza una sonrisa.
-Tienes razón- Y se seca las lágrimas con sus manos. –Por cierto, no es culpa tuya, ¡es culpa de tu madre!
  Cris ríe, ríen ambas, se abrazan y durante ese largo abrazo cada una piensa, Marta apoya la cabeza en el hombro de Cristina y llora. Cris siente como sus lágrimas mojan su camiseta azul y no le da importancia. Un fuerte abrazo en un baño azul vacío, un apretón de dos mejores amigas, de dos vidas que un día decidieron juntarse y que hoy la vida las pone a prueba con una separación.  Al terminar ese largo abrazo, Cristina la mira, mira sus ojos rojos de tanto llorar y dice esa palabra que nunca pensó que mencionaría, todo va a estar bien. Marta sonrió y salieron juntas del baño, caminaron hacia las mesillas a esperar que tocara la campana.

V

  Un poco más lejos, en alguna playa de Sydney está Marco Antonio surfeando mientras es admirado por un grupo de australianos y por una chica británica llamada Katie, que también considera el surf una de sus grandes pasiones. Katie sueña en salir con Marco Antonio, pero a el no le convence mucho.  Marco Antonio no tiene muchos amigos, la verdad es que no se ha dedicado a hacerlos debido a que nunca tiene tiempo, sólo le interesa surfear.
Más tarde, el llega a su casa, ve a su madre viendo la televisión y se sienta junto a ella, y le habla de las olas que surfeo hoy, ella finge interesarle cuando en verdad está un poco cansada de que le hablen de lo mismo.
-Hoy fue increíble mamá, agarré la ola más alta de todas.
-Que bien hijo…
   Cuando Marco Antonio escucha esa frase nota que su madre no tiene interés en seguir oyendo sus historias y se marcha a su habitación. Una vez en su habitación se da cuenta de todo el tiempo que ha perdido por estar todo el tiempo en el mar y decide llamar a Katie para salir.
-¡Hola Katie!, es Marco Antonio.
-¡Marco Antonio!, ¿qué tal?
-Muy bien, aquí en casa, un poco aburrido. Me preguntaba si te apetecía salir por ahí, no sé a dar una vuelta.
-¡Claro!, me encantaría- Katie no podía disimular su emoción y Marco Antonio ya lo había notado.
-Entonces a las 8 en el Darling Harbour, ¿vale?
-Vale. – Katie cuelga.
    Marco Antonio no puede creerlo, había invitado a una chica a salir, cosa que no hacía desde hace un año atrás desde que lo había dejado con su novia Jessica, una rubia, alta con ojos azules como los de una piscina, que para él era como una modelo. Era la mujer más bella que el había conocido en toda su vida. Su mente empieza a recordar aquel 17 de enero de 2009
   Marco Antonio la conoció un día que fue a hacer footing en el Hyde Park, ella iba corriendo con una amiga cuando él se dejó llevar por su belleza y su larga melena de oro. Ambos intercambian una mirada que le inquietó tanto que decidió hablarle. Cuando el voltea para hablarle ella había desaparecido, el no podía creer como fue que pasó tan rápido entonces comienzó a buscarla por todo el parque hasta que la ve, la ve bebiendo un gatorade de naranja y no puede evitarlo, pero queda petrificado. Cuando Jessica se percata de esa mirada tan directa se levanta y le pregunta…
-Disculpa, ¿Te puedo ayudar en algo?
-Eh, perdona, es que… Quería saber donde habías comprado ese gatorade de naranja, es que es mi preferido.
-Ah, vale, este lo traje de mi casa pero conozco un lugar donde venden, si quieres te llevo.
-¿Estás segura?
-Claro, para mí no sería ningún problema. Dame un segundo que mi amiga se tiene que ir, ¿vale?
-Vale – Marco Antonio no puede creer lo que acaba de hacer, ni lo que está a punto de hacer. Irá a comprar un gatorade con la chica de sus sueños.
    Cuando Jessica se despide de su amiga, los dos van caminando en busca del lugar para comprar el gatorade, pero de lo que no se dan cuenta es que hay una química inexplicable entre ambos. Caminan por las calles, riéndose y conociéndose. Hasta el momento que llegan las 10 de la noche y ellos siguen en chándal, sentados en un banquillo se despiden con un beso en la mejilla y cuando ella está a punto de marcharse él le dice que se quede un segundo más. Un segundo más para acercársele y besarle, un segundo que se vuelve eterno y tierno, cálido y amoroso, ella no intenta alejarse ni moverse, ella en el fondo quería esto ocurriera. Pasan cinco meses, cuando se aman tanto que el deseo y las ganas los consumen y es así como Marco Antonio tiene su primera vez, con su primer amor y con la chica de sus sueños… Estuvieron nueve meses amándose más y más, hasta que ella tiene que marcharse a los Estados Unidos a estudiar. El juró más nunca confiar en el amor, ya que nunca tendría suerte de encontrar un amor en Sydney, desde entonces no ha salido ninguna chica…

  Son las siete de la tarde, no está listo, se le ha olvidado cómo vestirse para una salida casual con una chica así que pide ayuda a su padrastro Frank, recibe los mejores consejos del mundo. Una vez listo sale con una preciosa camiseta de Springfield que compró su madre en un viaje a España y unos bermudas de rayas.
Son las ocho y Katie está ahí esperándole, con un vestido de rayas de colores y unos tacones marrones, Marco Antonio se impresiona, nunca la había visto vestida de semejante forma. Se veía, guapa pero sencilla, poco maquillaje, como le gusta a él. Baja del coche y le susurra en el oído que está guapísima, Katie se sonroja.
Caminando por el hermoso puente, llega esa charla tan común sobre el futuro.
-Marco, tú, ¿Qué quieres hacer cuando crezcas?
-Quiero ser un surfista.
-Claro, claro, pero aparte de eso. ¿Qué quieres estudiar?
-Surfeo…
-No creo que eso sea una carrera, ¿o sí?
-No, no lo es, pero no creo que sirva para otra cosa…
-Pero, ¿Cómo dices eso? Podrías ser abogado, doctor, traductor, periodista, ingeniero, en fin, millones de cosas y tu ¿sólo quieres ser surfista?, eso yo lo considero un pasatiempo. Yo quiero ser chef.
-¿Ah sí? Pues eso está bien.
Ambos notan que no tienen cosas en común, Katie, pensaba que detrás de ese chico habría una gran química entre los dos y en vista que no, quedó totalmente decepcionada. Marco Antonio, sabía que esto sería así, al final, el siempre iba a tener mala suerte en el amor.
  Quizás esa mala suerte sólo estaba en Sydney...

IV

Un poco más tarde en la misma casa. Una chica recibe un gran abrazo de su novio, un abrazo lleno de amor y aunque a Cris le parece un poco incómodo ella entiende que este chico la quiere. Después de ese abrazo, el busca su cara y cuando la tiene de frente busca sus labios, sus labios rosas y tiernos y le da un beso. Cristina, no se lo esperaba y se niega un poco con la boca, hasta que llega el momento en el que se deja llevar por la tranquilidad que a pesar de todo Sebastián le inspira.
Más tarde, después de horas de charla con su novio. De ellos, de su amor, de sus caricias inevitables y de sus besos indescriptibles.
-No puedo creer toda esta relación va a morir- dice Sebastián
-Pues, no, no estoy de acuerdo, nuestra relación no va a acabar. Tú y yo seremos como esas parejas que viven una relación a distancia y cuando se reencuentran todo vuelve a ser como antes.
-¿Ah si? ¿Cómo quienes?
-Ehm… Pues… como los actores, que a veces tienen que filmar pelis en otros países y luego vuelven y su esposa está ahí, esperándolo.
-Amor, yo he ido a España, cuando llegues no te querrás ir, créeme.
-¡Mentira! Yo pertenezco aquí. Lo sé.- afirma Cristina
-Eso lo dices ahora…
-Está bien Sebastián, lo que tu digas…
-Mi amor, no te molestes tu sabes que es la verdad.
Fue ahí, cuando Cristina se dio cuenta de que era verdad,  que España era un país desarrollado que le brindaría grandes oportunidades para su futuro.
-Bueno… La verdad es la que tú quieres creer, es decir, hay muchas realidades- dice Cristina.
Sebastián nota que ella se ha dado cuenta que él tenía razón, y que ella supo que España le iba a gustar. Es entonces cuando decide darle un beso para animarla pero Cristina no estaba de ánimos y se negó, ella prefiere acurrucarse en su pecho y oír los latidos de su corazón.
Fabiola toca la puerta y le dice a Sebastián que tiene que marcharse, ya que Cristina tiene que estudiar para un examen de Sociales muy importante. Sebastián se aleja de Cristina le da un beso en la mejilla y al soltarle su mano, le deja un trozo de papel que él había escrito cuando estaban discutiendo, Cristina lo siente y calla. Se despide de Fabiola y abandona la casa lo más rápido posible, Fabiola va a la cocina y Cris abre el papel que dice…

No me llames ni me busques, creo que será mejor tanto para ti como para mí. Una relación a distancia no es una relación, es fingir tener algo que ya se ha desvanecido.
Te quiere, Sebastián.

Cristina no sabe que pensar, si es un egoísta por dejarla en un momento tan importante de su vida o porque en verdad tenía razón. Desea borrar todos los recuerdos que le vienen a la cabeza de él, pero es imposible, es inevitable dejar de recordar cada beso y cada caricia. Decide no estudiar, los estudios le tienen sin cuidado, en un momento como este lo único que quiere acostarse en su cama, ponerse el pijama y dormir hasta el día siguiente.

III

A kilómetros de kilómetros, en Australia. Un chico moreno, alto, de contextura gruesa  de 18 años y con unos ojos increíblemente verdes surfea por las playas de los alrededores de Sídney, se llama Marco Antonio Hernández y nació en Cartagena, Colombia y aunque ha vivido una gran parte de su vida en Australia, es un colombiano orgulloso.
El y su pasión por el surf, dice que podría vivir en una tabla y aunque es muy inteligente y tiene excelentes notas el no desea continuar estudiando, está completamente seguro que quiere dedicarse al surf.
Su historia es realmente peculiar, su madre una colombiana guapísima que vivía en uno de los barrios más peligrosos de Cartagena, tuvo a su hijo de un matrimonio no deseado por lo tanto se separó. Marco Antonio nunca conoció a su padre. Mercedes, trabajaba en un bar triste y desmotivador cuando ve pasar por la puerta a un australiano, guapo y perdido que se le acerca con un poco de vergüenza ya que no hablaba el idioma e intentando un poco dominar el castellano, le pregunta, cómo podría irse al centro. En ese momento Mercedes, no puede evitar no verle a los ojos, y le observa detenidamente, cada facción, cada movimiento y queda atrapada en su sonrisa, en sus perfectos y blancos dientes, en su larga y castaña cabellera. Pero lo que Mercedes no nota,  es que Frank se pierde en sus ojos claros y en sus preciosas curvas. Es entonces cuando él le pide si ella podría llevarle por si misma al centro. Ella piensa en negarse pero ve esa sonrisa y no puede rechazarlo. Desde ese día, Mercedes y Frank no han podido pasar ni un segundo separados. Frank aceptó con todo el amor del mundo a Marco Antonio y decidió llevárselos a ambos a vivir con él en una mansión en Sídney.
Hoy Marco Antonio, con dieciocho años tiene lo que podría decirse, una vida perfecta.

II

Una mañana soleada se asoma por el valle de su ciudad, Caracas. Enero, hace calor, mucho calor, duerme con manga corta. Venezuela nunca ha tenido estaciones, se vive una primavera eterna.

Observa detenidamente su habitación, ve cada una de las fotos que tiene con sus amigas, Marta y Julia. Se sienta en su cama, se deja llevar por sus pensamientos y ve que aquí deja a sus mejores amigas, deja su primer beso, básicamente una vida entera. Decide salir de su habitación

Mientras camina por el pasillo de su casa, huele ese olor tan delicioso que todo venezolano adora, el de las arepas y se deleita con el mismo. Cuando entra en la cocina ve a su madre, concentrada y tranquila, se sitúa en la esquina de esa pequeña cocina y la sigue observando. Hay cierta incomodidad entre ellas debido a la conversación que habían tenido la noche anterior. Es cuando Cristina se hincha de valor y le dice.
-Mami, buenos días, ¿qué tal amaneciste?
-Bien hijita ¿y tú? Ayer, te fuiste con ese careto que me dejaste súper  preocupada. A ver,c cuéntame. ¿qué te pasa? 
Nada mami, es que realmente fue algo impactante, no podía entender casi ninguna de tus palabras, después de que dijiste que nos mudábamos no fui capaz de captar ninguna palabra más- A Cristina se le escapa una pequeña lágrima que corre rápidamente por su mejilla.
-Hija, respira, cálmate, trata de ver las cosas con claridad y veras que todo estará mucho mejor. Nos vamos, si no nos va bien, nos regresamos, te lo prometo.
-Está bien…
Una vez listas las arepas, Cristina y su madre llevan la comida a la mesa y se disponen a comer, mientras Cristina come, suena el teléfono y aunque su madre no quería contestar, Cristina sale corriendo y lo coge, en el momento en el que oye, esa voz grave pero tierna descubre que es Sebastián, su novio. Cris no había pensado en el, en cómo le iba a decir que se iba y que más nunca le volvería a ver.
-¡Hola guapa!- dice Sebastián.
-Hola, ¿qué tal?
-Cris, ¿Te pasa algo?
 -Si te digo lo que me pasa te molestarías, porque te conozco desde hace mucho.
Cristina y Sebastián llevaban siete meses saliendo, pero habían estudiado juntos desde que ella tenía cinco años. Sebastián era rubio, alto y muy delgado, con una nariz larga y unos ojos marrones claros. El quería tanto a Cristina que no la dejaba ni respirar, siempre había estado detrás de ella. Preocupado de cada cosa que ella hacía, cosa que a Cris ya no le gustaba tanto...
- Te prometo que no diré nada al respecto, lo máximo que haré será abrazarte, venga, dime.
-Está bien. Me voy a vivir a España, Sebastián. Perdóname…
-¿QUÉÉÉÉ?- y se oye un ruido desde el otro lado del teléfono.
-Sabía que te daría por golpear algo, te conozco. Pero ahora lo que necesito es que cumplas lo que dijiste y vengas a darme un abrazo fuerte, por favor Sebastián, lo necesito.
-Perdona vida mía, es que si me cuesta no verte por un día, imagínate como será si tú no estás aquí.
 - Ven por favor.
-¿A tu madre no le incomoda que yo vaya para allá?
-No creo…
Cristina cuelga el teléfono y vuelve a la mesa, ve a su madre y empieza a llorar, deja la comida a un lado y se acerca y se acurruca en el pecho de su madre, su madre reacciona, la abraza y le da un beso en la frente. Luego le susurra, que todo estará bien, solo que tiene que ser fuerte y que-si se apoyan mutuamente, saldrán de esta más rápido de lo esperado.

I

Su nombre es Cristina, Cristina Oliveira. Nació un 6 de agosto de 1995, tiene 15 años. Es delgada, alta, pelo castaño y ojos verdes. Su padre, Juan Oliveira, se separó de su madre cuando ella tenía tres meses y aunque lo sigue viendo, su relación no es nada perfecta, el es un hombre de negocios y un adicto al trabajo. Su madre Fabiola Morales ha estado con ella desde entonces, siempre le ha hecho una gran compañía en cada situación, tanto complicada como sencilla, ella siempre ha estado ahí.

Cristina, llegó al mundo dos meses antes de lo previsto, es decir, es sietemesina. Nació en una ciudad peligrosa, llena de maldad conocida como Caracas, Venezuela y aunque sea sucia, enfermisa, tenebrosa e insegura, ella siempre verá su país de una perspectiva distinta a los demás,  sencillamente porque ella es caraqueña.

Un 24 de enero, su madre se le acerca y le dice que vaya a su cuarto. Ella silenciosa se aproxima lentamente al mismo, puesto que no estaba al tanto de que se trataba la noticia. Cuando se sienta en su cama, verde y amplia, frente a aquella mesa de noche de madera oscura y pulida, una pequeña lámpara iluminaba la habitación.
 -Cristina, tenemos que hablar seriamente de algo.
-Dime mamá, soy todo oídos.
Estoy aplicando para hacer un máster en España.
Cristina recuerda ese momento, recuerda esas palabras hasta los movimientos de su boca. Quedó petrificada, no sabía que decir, pero estaba segura que debía callar y dejarla hablar.
 -Es un máster de mercadeo y una gran oportunidad para que crezcas como persona y aprendas un poco de otra cultura. Recuerda que es importante que te amplíes como persona.
Las únicas palabras que grabó en ese momento habían sido, crezcas y cultura. Crecer,  ella no quería crecer, ella quería quedarse siempre de quince años, y aunque tenía interés por otras culturas no quería salir de su pequeña burbuja. Abandonar a sus amigos, dejar de abrazarlos y sentirlos, apartarse de su familia, de su cariño y ternura y lo más importante, dejar su vida, que aunque no era perfecta, a ella realmente le gustaba.
Hija, necesito saber tu opinión. Por favor, dime que quieres dar este paso conmigo, dime qué quieres a
arriesgarte.
Sí, está bien. Te acompaño mamá, pero necesito pensar un poco… Voy a mi habitación, mañana hablamos.
Entró en su habitación, no sabía a lo que había aceptado, no entendía nada. Era demasiado para una chiquilla de quince años, nunca pensó que le ocurriría algo como esto. No quería creerlo, deseaba que fuese una pesadilla y que viniese alguien y le pellizcara. Luego pensó, y se aclaró, que eso nunca pasaría, esto era real, se iba a España. Conocería otra cultura, escucharía otro acento, viviría en el primer mundo, aquel en el que todos los que pertenecemos al tercer mundo desean estar, experimentaría la palabra seguridad, abriría su mente a nuevas vivencias y oportunidades. Su única pregunta era ¿Seré tan madura como para enfrentar un cambio tan importante? Y fue enseguida como vino su respuesta;  Eso solo lo sabrás si te arriesgas…