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martes, 12 de julio de 2011

III

A kilómetros de kilómetros, en Australia. Un chico moreno, alto, de contextura gruesa  de 18 años y con unos ojos increíblemente verdes surfea por las playas de los alrededores de Sídney, se llama Marco Antonio Hernández y nació en Cartagena, Colombia y aunque ha vivido una gran parte de su vida en Australia, es un colombiano orgulloso.
El y su pasión por el surf, dice que podría vivir en una tabla y aunque es muy inteligente y tiene excelentes notas el no desea continuar estudiando, está completamente seguro que quiere dedicarse al surf.
Su historia es realmente peculiar, su madre una colombiana guapísima que vivía en uno de los barrios más peligrosos de Cartagena, tuvo a su hijo de un matrimonio no deseado por lo tanto se separó. Marco Antonio nunca conoció a su padre. Mercedes, trabajaba en un bar triste y desmotivador cuando ve pasar por la puerta a un australiano, guapo y perdido que se le acerca con un poco de vergüenza ya que no hablaba el idioma e intentando un poco dominar el castellano, le pregunta, cómo podría irse al centro. En ese momento Mercedes, no puede evitar no verle a los ojos, y le observa detenidamente, cada facción, cada movimiento y queda atrapada en su sonrisa, en sus perfectos y blancos dientes, en su larga y castaña cabellera. Pero lo que Mercedes no nota,  es que Frank se pierde en sus ojos claros y en sus preciosas curvas. Es entonces cuando él le pide si ella podría llevarle por si misma al centro. Ella piensa en negarse pero ve esa sonrisa y no puede rechazarlo. Desde ese día, Mercedes y Frank no han podido pasar ni un segundo separados. Frank aceptó con todo el amor del mundo a Marco Antonio y decidió llevárselos a ambos a vivir con él en una mansión en Sídney.
Hoy Marco Antonio, con dieciocho años tiene lo que podría decirse, una vida perfecta.

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