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martes, 12 de julio de 2011

IX

Una mañana nublada en Caracas. Cristina se levanta y se queda en cama por unos diez minutos allí, sin pensar, sin hablar, inmóvil. Suena el móvil y aunque se propone no cogerlo, la intriga le mata.
Es Lucía, tengo como una semana sin saber de ella, piensa Cris.
 –Cristinita, amiga, ¿Dónde te has metido?
-Estoy en casa, llámame- Y le da al botón de enviar.
Cristina abre la puerta de su cuarto, y camina hacia la sala, donde ve a su madre sentada en el ordenador revisando las noticias.
-Buenos días mami- Cris bosteza.
-¡Ese bostezo!, ¿A qué hora te acostaste anoche?- Ríe Fabiola.
-Temprano mamá, tu tranquila.
-Por cierto, son las ocho y media. ¿No era que ibas a correr con Marta a las nueve y media en La Lagunita? Tienes una hora.
-¡Dios!, ¡es verdad!, ¡Mamá, ¿qué me pongo?!
-Hija, ¿qué clase de pregunta es esa? Ponte cualquier ropa para correr
-¡No tengo ropa!- Exclama Cristina.
-Cristina, relájate, por Dios, busca bien en tu armario.
-¡Aquí!, Y allí, encuentra esa camiseta verde para hacer deporte que usó cuando fue a jugar fútbol con Sebastián- Decide no ponérsela.
-¿No era que te ibas a poner esa?- Pregunta su madre con un poco de intriga.
-¡Pues no!, me recuerda a Sebas, y en este momento no quiero ni pensar en el.
-Vale- asiente con la cabeza. -Mira lo que he encontrado- Y su madre me muestra una camiseta gris de tirantes.
Cris coge aquella camiseta al vuelo y se la pone, le hace marcar un poco el escote pero eso es lo que ella quería y aunque su madre no lo apruebe a Cris le da igual. Coge esos pantalones cortos negros y se los pone, le hace marcar una buena figura.
Son las nueve y Cris va saliendo de casa con su madre para que la lleven a La lagunita. Salen de casa, se montan en el ascensor y Cris se pone sus auriculares para oír su música cuando de repente se coloca esa canción que un día Sebastián le dedico, Entra en mi vida de Sin Bandera y recuerda cada palabra, “Entra en mi vida, te abro la puerta, se que en tus labios ya no habrán noches desiertas”, y mientras canta oye una voz que le interrumpe, su madre.
-Hija, vamos a hablar.
-Dime mami- Cris sigue tarareando un poco la cancioncilla.
-Cristina, esto es serio. ¿Cómo estás?
-¿Es en serio, mamá? ¿Me estás preguntando eso?- Dice Cris, retirándose los auriculares por completo.
-Me enteré que terminaste con Sebastián, ¿Por qué no me habías dicho nada?
-¡Terminamos el domingo!- Cristina se altera.
-¡No me grites!- Se alza Fabiola.
-Perdón.
-¿Me puedes contar que ha pasado de tal manera que no te alteres?- Pregunta Fabiola.
-Sí… Cuando le conté que nos íbamos del país no lo podía creer, le molestó tanto que pensó que seguir con nuestra relación era una farsa total…
-Que niño tan inmaduro, nunca me dio buena espina.
-Mamá, a mi me gustaba, pero necesitaba un break.- Finaliza Cristina la conversación.
Cristina vuelve a ponerse sus auriculares y empieza a oír a Lady Gaga. Entre varias canciones cantadas, en un abrir y cerrar de ojos ya se encuentra en la rotonda de La Lagunita. Su madre se despide de ella, y al darse la vuelta están Marta y Gustavo allí.
-¡Cristinaaaaaa!, llegas tarde mujer.- Marta la abraza.
-Déjala, Marta, que la atosigas.- Dice Gustavo.
-Jajajaja, hola chicos, ¿comenzamos? Tenemos que entrenar para la carrera del tres de marzo.
-¡Pero si estamos a finales de enero!, ahora es que hay tiempo.-Dice Gustavo.
-¡Tiempo para ti!, las flojillas como nosotras tenemos que entrenar con anticipación, de lo contrario, nos morimos en el camino.
Así, se disponen a andar, cada vez aumentando la velocidad hasta que sin darse cuenta ya están corriendo.  Van bromeando en el camino, se gritan, se empujan. Una vez ya cansados, Cris, saca del bolsillo su cámara rosa. Empiezan a hacerse fotos, besos en las mejillas, abrazos de tres, reales y cariñosos. Una amistad que no pueden evitar. Después de tantas fotos juntos se sientan un banquillo, charlas largas de horas hasta que Cristina siente que una gota cae en su frente, entonces mira hacia arriba y cae otra en su pestaña. Está lloviendo. Gustavo llama a su madre para que nos venga a buscar. En cinco minutos estaban ya montados en el coche, secándose cada uno con una respectiva toalla.
   Cristina ve el móvil y tiene ocho llamadas perdidas de Lucía, debe estar molesta -piensa.

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